COMPOSTELA VELLA
Una peculiar participación
ciudadana
La semana pasada,
concretamente el pasado 22, la Concellería de Espazos Cidadáns (Urbanismo)
invitaba a las asociaciones relacionadas con la ciudad histórica a un encuentro
en el Pazo de Raxoi. El objetivo era iniciar un proceso de participación
ciudadana en torno a la redacción del nuevo Plan Especial. Sin embargo, en el
inicio de la reunión el Concello 2.0 rápidamente aclaró que del Plan Especial
ya se encargaban ellos, que el documento de inicio estaba prácticamente
acabado, pues el trámite de Avaliación Ambiental Estratégica se iniciaría en
enero, y que el documento completo estaría listo a finales de 2016. En
definitiva que no se preocupe nadie del tema: el Plan Especial ya está
"resuelto".
Apartado el debate sobre el
plan especial en el primer minuto de la reunión, el debate se centró en el Plan
de Gestión, algo así como el Plan Especial 2.0, un documento innovador que es
independiente del Plan Especial, que carece de fuerza normativa y que no regula
derechos ni deberes de los ciudadanos. No obstante, a dar ideas para este
documento sí fueron invitados los asistentes a la reunión. El Concello se
guardó de no poner sobre la mesa ninguna idea concreta, y menos aun, algún
compromiso material. De nada sirvió que, al menos, desde tres asociaciones
diferentes se solicitara que el Ayuntamiento aclarase cuál era el referente de
gestión de ciudad histórica en el que Santiago debería inspirarse: ¿Qué ciudad
debe ser nuestro referente? Ante uma pregunta tan sencilla y certera, el
concelleiro, simplemente, cedió el turno de la palabra al siguiente
interviniente.
En definitiva, la
"nueva participación ciudadana" parece que sólo afecta a los
documentos sin fuerza normativa, y parece que olvida el principio fundamental
de la participación: que es un cauce de comunicación entre el poder y el
ciudadano y que su reto es salvar la evidente desigualdad de este diálogo. Para
ello la participación ciudadana debe garantizar tres puntos básicos.
Primeramente, que la
participación debe producirse sobre un documento aportado por el poder en el
que se expresen las ideas o planes objeto de participación, documento que debe
quedar públicamente registrado, pues se trata de evitar que el poder pueda
cambiar sustancialmente su plan dando por cumplido el trámite de escuchar lo
que los ciudadanos opinan. Un proceso de participación basado en unas palabras
lanzadas al aire un martes por la tarde a puerta cerrada, en su propia casa y
sin ningún registro fehaciente ni presencia de la prensa, es desde el principio
un proceso de participación fraudulento.
En segundo lugar, el poder
debe facilitar un cauce de comunicación en el que las aportaciones,
reivindicaciones y quejas de los ciudadanos queden fehacientemente registradas.
No se puede pretender sustituir este trámite por una reunión informal en el
despacho que el hombre de confianza del concejal tiene ahora en la Plaza de
Cervantes. Charlar un rato no es un vehículo a la participación pues este
modelo ni garantiza ser efectivamente recibido, ni deja rastro de las
comunicaciones aportadas, y por tanto, sólo conduce a una "desatención
personalizada".
Y en tercer lugar, el poder
debe obligarse a contestar públicamente todas las comunicaciones iniciadas por
sus ciudadanos y no pretender que confiemos en que lo han entendido, que han
hecho todo lo que era posible y que todas las comunicaciones han sido
atendidas... En definitiva, el modelo de participación 2.0 que el concejal
ofreció a los compostelanos el pasado martes, día 22, se basa en la idea de
"lo vamos hablando" y "confía en mí". Y por supuesto desde
el principio general de "no te preocupes por el viejo Plan Especial",
y mejor hablamos del "nuevo Plan de Gestión"
Fuente: http://www.elcorreogallego.es/
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