Participación ciudadana en la gestión del agua
En América latina, la gestión de los recursos hídricos continúa diseñándose de manera sectorizada, centralizada y poco coordinada.
Por Eugenia Alaniz*
El agua
constituye una necesidad primordial para el desarrollo integral de las
poblaciones humanas. Sin embargo, es un recurso escaso en cantidad y calidad,
lo que lo convierte en un tema de gran preocupación a nivel global.
La
rapidez del deterioro del recurso natural ha limitado el espacio de
recuperación que demanda su ciclo ordinario, poniendo en riesgo la higiene, las
condiciones de vida y de la salud pública. También pone en peligro la calidad
de los alimentos y de la ganadería, ya que pueden generarse epidemias y
enfermedades que causan la muerte.
En
consecuencia, repercute de forma desfavorable en la equidad social, la economía
y el desarrollo sustentable.
A través
de la historia, ha predominado el manejo del agua desde una perspectiva
reducida, eludiendo las consecuencias sociales y las que perjudican el
ambiente.
El manejo
integral de los recursos hídricos expone la necesidad de procesos de
descentralización y la integración de las poblaciones locales en el manejo, la
administración y el aprovechamiento de esos recursos.
Cambios
fundamentales
En
América latina, la gestión de los recursos hídricos continúa diseñándose de
manera sectorizada, centralizada y poco coordinada. Los que tienen a su cargo
la planificación y la gestión del agua suelen reaccionar de modo coyuntural
ante una nueva crisis que la involucra, tales como inundaciones, sequías,
problemas de salud pública, de emergencia, la ruptura de una cañería principal
o en atención a intereses especiales, de índole política, por ejemplo.
La
participación de la sociedad civil en la gestión ambiental ha sido planteada en
múltiples espacios nacionales e internacionales como una necesidad, una
responsabilidad y un derecho.
El
principio 10 de la Cumbre de Río plantea que “el mejor modo de tratar las
cuestiones ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados.
Toda persona debe tener acceso adecuado a la información sobre el medio
ambiente de la cual dispongan las autoridades públicas, así como la oportunidad
de participar en los procesos de adopción de decisiones (...)”.
Una de
las aspiraciones en la que se sostiene el informe “Estado de la Nación” en
materia de armonía con la naturaleza reza que “la sociedad civil participa en
el diseño, ejecución y seguimiento de medidas de protección y manejo
responsable y sostenido de los recursos naturales”.
La
intervención de la población permite, en primer lugar, realizar mejores
diagnósticos de los problemas existentes, generar un conjunto más amplio de
alternativas para resolver los retos planteados y movilizar los recursos
humanos y materiales con que cuentan diversos actores sociales.
La
participación ciudadana en la gestión del agua se considera una estrategia para
lograr el desarrollo sustentable en el ámbito local. Permite a los decisores
considerar asuntos, perspectivas y opciones diferentes al definir un problema;
recopilar conocimientos nuevos del área social, económica y ambiental; tomar
decisiones justas, legítimas y consistentes en el aspecto ambiental y manejar
conflictos sociales, reuniendo a las partes involucradas y a los distintos
grupos de interés en la etapa inicial, en la que aún es factible realizar
cambios.
Las
decisiones participativas son importantes debido a que las cuencas fluviales
son necesariamente sinérgicas: las actuaciones realizadas en cualquier punto de
estas inciden en el conjunto.
Los
usuarios y residentes en una cuenca deben compartir y resolver las tensiones
generadas por el uso del agua, además, porque el agua se presenta con
características irregulares. Ello obliga a tomar numerosas decisiones
imprevistas, para las que resulta inadecuado un sistema basado en fórmulas
rígidas y predeterminadas
Argentina
es un país marcadamente heterogéneo en cuanto a la disponibilidad, con dos
tercios de su territorio constituido por regiones áridas y semiáridas y sólo un
tercio rico en fuentes de agua, fundamentalmente superficiales, que representan
el 84 por ciento de las disponibilidades hídricas del país.
El
crecimiento del consumo industrial y productivo con efluentes volcados sin
tratamiento y un desarrollo desorganizado de importantes asentamientos
poblacionales marginales determinan un considerable grado de deterioro del
recurso hídrico, como consecuencia de su inadecuada explotación y del volcado y
la infiltración de todo tipo de sustancias contaminantes.
Por ello,
se identifican en Argentina significativos desafíos desde el punto de vista de
la gestión de los recursos hídricos y de la disponibilidad espacial, temporal y
en calidad adecuada, para los usos posibles o deseables.
El
mejoramiento de la participación de la sociedad civil y de las autoridades
locales se constituye en un mecanismo de control indispensable para que los
servicios de agua y saneamiento se presten en las condiciones de calidad
requeridas.
*Geóloga,
coordinadora de la Licenciatura en Gestión Ambiental de la Universidad
Blas Pascal
Fuente:
http://www.lavoz.com.ar
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