viernes, 30 de noviembre de 2012

opinión

Gobiernos locales sin protagonismo

Por Fabio Quetglas


 Los gobiernos locales argentinos han sido históricamente muy débiles fiscalmente y esa circunstancia no ha cambiado en los ya diez años de postcrisis. A pesar de la enorme dispersión en el comportamiento de cada uno de los 2.300 municipios, la nota dominante es la dependencia fiscal severa, de recursos de origen provincial o nacional, que a su vez evolucionan atados al nivel de actividad económica.

A esa característica persistente se le ha sumado en los últimos años un dato adicional: el incremento de la presión tributaria de la Nación y de las provincias ha dejado menos margen para que municipios y comunas puedan darse una política que fortalezcan sus arcas.

Cada vez que un gobierno provincial, como está sucediendo en Provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Mendoza, etc, aumenta alícuotas, crea nuevos gravámenes o establece revaluos; indirectamente resta posibilidades fiscales a los gobiernos locales.

Del total de ingresos del sector público, el nivel nacional administra el 74%; las provincias, el 20,5%; y los municipios, algo más del 5%. Esto que no guarda ninguna correspondencia con las obligaciones a cargo de cada nivel, ni en términos cuantitativos ni mucho menos en términos de relevancia, si se toma en cuenta el tremendo protagonismo que adquieren los gobiernos locales en momentos de desaceleración económica.

Sin embargo lo destacable no es que cuando el ciclo evoluciona favorablemente los municipios se expanden, ofrecen más servicios e incrementan la obra pública, y a la inversa cuando los recursos “flaquean” limitan sus prestaciones. Eso, sin ser lo adecuado, es lo previsible. Se trata de un tipo de conducta defensiva, en un contexto donde a diferencia del Gobierno nacional, carecen de posibilidades de financiarse por vía de la expansión monetaria y a diferencia de los gobiernos provinciales, el acceso al crédito les resulta muy dificultoso.

Lo que debe ser destacado es que pasada una década de bonanza económica, la administración fiscal de nuestros gobiernos locales no ha cambiado: siguen manteniendo desactualizados los datos catastrales, desprofesionalizadas sus áreas de rentas, anarquizada su estructura de tributos, carente de mecanismos serios de colaboración con otros niveles del Estado, etc. Y lo que es notable es que existiendo abundante experiencia y posibilidades financieras orientadas a ello, los gobiernos provinciales nunca consideran prioritario el fortalecimiento institucional orientado a gestionar una fiscalidad local de mejor calidad, ni los gobiernos locales lo reclaman. Para no hablar de que el pacto político imprescindible para una fiscalidad que califique a nuestro sistema institucional, requiere necesariamente de un nivel de acuerdo y de visión, que parece cada día más lejano
Lo extraño del fenómeno es que tal cuadro de situación exhibe no solo la debilidad de un nivel del Estado asediado y sobredemandado, sino que pone de manifiesto la inconsistencia de cualquier estrategia promocional de la actividad económica local por parte de Estados imposibilitados de sostener las prestaciones elementales. Scioli aparece en todos los medios, pero son centenares los gobiernos locales que han “pisado” sus programas de obras, dilatado el pago a proveedores y desdoblado sueldos.

El resultado es justamente el inverso del que indica la mejor orientación en materia de articulación de políticas públicas: en vez de constituirse un tejido institucional que co-financie y articule políticas según las necesidades diversas de cada territorio, se generan condiciones de actuación institucional subordinada y, por tanto, carente de autonomía real. Los gobiernos locales devienen receptores de formatos de políticas estandarizados sin posibilidad de dialogo serio y, por tanto, sin capacidad de adecuación de las ofertas públicas a cada contexto. La debilidad fiscal no atendida condiciona toda estrategia de desenvolvimiento económico.

Porque así como un gobierno local protagonista puede inspirar y movilizar recursos y actores para generar desarrollo, no menos cierto es que el incumplimiento de los gobiernos locales con sus Pymes proveedoras, los retrasos salariales o la parálisis de las obras imprescindibles constituyen un verdadero lastre en las pequeñas y medianas localidades del país.

El discurso del desarrollo local se vaciará de contenido y cada vez más se pensará que los intendentes, en vez de constructores de una economía incluyente, competitiva y articulada, deben ser contendores de crisis que no han generado.

http://actualidadlocal.blogspot.com.ar

Publicado en www.ieco.clarin.com 9/9/2012

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